Hoy en día, a pesar de la velocidad a la que evolucionan los componentes, seguimos teniendo el principal cuello de botella de nuestro sistemas, tanto profesionales como domésticos en el mismo punto en el que ha estado durante mucho tiempo: el almacenamiento, más concretamente en el acceso a este o lo que se conoce en el mundillo como las operaciones de entrada/salida (I/O operations en inglés).

Por mucho que los procesadores aumenten su velocidad y sean capaces de tratar más instrucciones o que la cantidad de RAM crezca y aumente su frecuencia e incluso en determinados equipos, su capacidad de proceso gráfico (GPU) sea incluso mayor que la de la CPU, todos los sistemas, casi sin excepción necesitan almacenar los datos en algún sitio y tarde o temprano, recuperarlos para tratarlo. No obstante  y a pesar de las mejoras en los puertos que se usan para ello, los discos siguen suponiendo un quebradero de cabeza para más de uno.

La clave: el disco duro

Es por todo esto que en uno de los puntos en los que menos nos fijamos a la hora de elegir un ordenador, bien sea ya montado o los componentes para montarlo, es el disco duro, dejándonos guiar la mayoría de las veces única y exclusivamente por el tamaño. Sin embargo, existe hoy una gran variedad de «discos duros» donde elegir y trataremos de daros unos tips con el fin de orientaros para que podáis elegir adecuadamente este subestimado componente.

Para ello comentaremos brevemente los tipos de discos que existen (a nivel comercial/domestico) para elegir. El primero de ellos (y más veterano) es el HDD, por sus siglas en inglés, es el disco duro «de toda la vida», una serie de discos metálicos que giran en torno a un eje. Aunque a día de hoy hay una extensa gama de ellos, clasificados en función de su uso principal (NAS, Video, multimedia…) nos centraremos en lo que nos ocupa, el rendimiento, pero no os preocupéis, trataremos ese tema en otro artículo.

HDD o «los de toda la vida»

Disco-duro

Partiendo del estándar actual «SATA III» tenemos, por decirlo de alguna manera, tres tipos de discos en función de sus rpm, esto es la velocidad a la que giran los discos internos que antes comentábamos. Por norma general los fabricantes apuestan por 5400 rpm, mayoritariamente usados en discos para portátiles y externos, además de cualquier disco categorizado como «green», ecológico o similares. Su velocidad de acceso es suficiente en la mayoría de los casos, pero su punto fuerte es el ahorro de energía y la reducción de ruido. Tras ellos se posicionan los discos de 7200 rpm, durante mucho tiempo ha sido el estándar en casi todos los equipos, ya que sus hermanos mayores, los discos de 10000 rpm (conocidos como «black» e incluso como «raptor» por algunos fabricantes), tenían unos precios bastante elevados. Es por eso que tan solo unos pocos entusiastas los elegían para sus configuraciones, usando por norma general los discos de 7200 rpm ya que ofrecían una buena velocidad de acceso a datos a un precio bastante ajustado.

SSD, la panacea en velocidad

Pasamos ahora a los nuevos discos, discos de estado sólido, SSD por sus siglas en inglés, son los discos de moda, cada vez más gente los conoce y los elige para sus configuraciones, es por esto que los fabricantes, se están esforzando en hacerlos de mayor tamaño, puesto que ofrecen unas tasas de lectura/escritura y transferencia de datos asombrosas. Sin embargo, debemos tener en mente que son discos «electrónicos», se componen de una serie de bancos de memoria no volátil donde se almacenan los datos y… ¿quién no ha tenido un Pen Drive que ayer funcionaba y hoy está muerto? Exacto, debemos usar este tipo de discos como discos de «acceso», para montar el SO, para instalar aplicaciones, juegos, nunca para guardar datos de manera permanente, para ello utilizaremos los HDD convencionales ya que ofrecen una mejor tolerancia a fallos y «avisan» como generalmente decimos, cuando están próximos a morir.

ssdLo más normal (e ideal) en nuestras configuraciones es elegir un disco SSD donde instalar el sistema operativo y los programas que necesitemos, ya que agilizará bastante el rendimiento general de nuestro sistema y uno o más discos HDD para almacenar nuestros datos e instalar alguna que otra aplicación que no requiera una alta demanda de I/O. Conviene siempre tener en mente que los SSD, tienen un precio por gigabyte superior al de los HDD, convirtiéndolos actualmente en discos «caros» por lo que es otro factor a tener en cuenta a la hora de elegir nuestros componentes.

Híbridos, o SSHD

Existe, además, un tipo de discos híbridos, el SSHD que combina lo mejor de ambas tecnologías y es el elegido por muchas empresas y entusiastas que no quieren verse muy lastrados por la «lentitud» de los discos mecánicos. Los SSHD, por norma general, combinan una parte de memoria no volátil que usan como cache de alto rendimiento y una parte de discos físicos para almacenar los datos, aunque algunos fabricantes implementan una porción de SSD como tal, estos discos son una buena opción ya que usa esa porción de memoria no volátil para cachear las operaciones, por lo que mejorara la velocidad de acceso a los datos enormemente sin lastrar la seguridad de nuestros datos y a la vez mantener un precio muy competitivo.

SSD M2, los pequeños de la familia

Por último, aunque no es un tipo como tal, sino un cambio de estándar en un tipo de disco existente, hablaremos de los discos SSD M2. Son discos que usan los mencionados chip de memoria no volátil pero se sirve de interfaces PCIe o su puerto especifico M2 para la I/O dándonos unas tasas en torno a un 400% más rápidas que los SSD SATA III convencionales. Aunque su precio aun es algo que está al alcance de muy pocos, es una opción a tener muy en cuenta si queremos que la I/O deje de ser un problema en nuestro sistema.

En próximos artículos trataremos de esgrimir en mayor profundidad toda esta información con el fin de ayudaros un poco más a elegir el disco adecuado en cada caso y logréis siempre una configuración equilibrada en todos los aspectos y alcancéis un nivel de rendimiento óptimo.